lunes, 4 de febrero de 2013

CAPÍTULO 7

Hola hola! Bueno, como os dije, este fin de semana iba a subir el capítulo 7, y aunque más tarde de lo que esperaba, aquí os lo dejo. Espero que os guste, en este capítulo se da, si se busca un poco, bastante información sobre lo que va a pasar y da pistas que dicen bastante... bueno, no me entretengo más y aquí mismo os lo dejo.





CAPÍTULO 7


Entro de nuevo a mis aposentos, me tumbo en la cama y me quedo pensativa. No me puedo creer que me haya conseguido liar para no tener que decirme la verdad… o decírmela entera. Porque lo que me dijo en principio es verdad, lo sé, se le veía realmente afectado, también parecía revivirlo todo mientras lo relataba. Ha tenido una vida algo compleja. Pero, ¿tan mala es la razón por la que estoy aquí que no me la quiere contar? ¿Pensará que me puede afectar demasiado? No lo sé, pero me da lo mismo si me afecta en algo lo más mínimamente o no, solo quiero saber toda la verdad, sin más rodeos de los que ya he dado.

Creo que fui cerrando los ojos poco a poco hasta que me quedé dormida. Recuerdo como me levanté de la cama, dispuesta a encontrar esas dichosas escaleras, coger la llave que se me había caído y obligar a Marmaduke a decir todo lo que sabía:
-Muy bien, Marmaduke, veo que sois muy listo y que antes conseguisteis liarme para que me fuera sin la información que os había pedido. Pero os aseguro que ahora no me iré sin tenerla. Asique, por favor, comenzad a decirme la verdad, ya.
-Tara... mis intenciones no eran malas, solo quería evitaros todo el tiempo que me fuera posible el mal trago que puede suponer para vos saber lo que queréis saber...-me dice Marmaduke algo asustado, pero firme a la vez.
-Me da igual cuales fueran vuestras intenciones, Marmaduke, decirme la verdad, ya.
-Tara, lo que os conté al principio es cierto. Mi padre me obligó a ir a la frontera de nuestro bosque con la del Bosque Oscuro, adentrarme en él y, matar al dragón que aparece en los textos de Emrys, nuestro mago. Cuando me encontré con Montu, no tardó en llevarme prisionero hasta aquí. Pero lo que no me esperaba para nada, era encontrarme aquí con ella, no podía ser, ella no podía estar aquí...
De repente, me desperté. Estaba sudando, me dolían todos los músculos por estar en tensión durante un largo período de tiempo. No me lo puedo creer, todo ha sido un sueño. Sin embargo, todo parecía tan real... todo lo que me decía el Marmaduke de el sueño parecía tan verdadero... Me levanto de la cama. No sé qué hacer, ¡NECESITO ESA LLAVE! necesito encontrar las escaleras, necesito hablar con Marmaduke, necesito saber ya, que es lo que está pasando, todo es más extraño de lo que podría haber imaginado...
Me levanto de la cama y con la maga de mi camisa me intento secar el sudor de mi frente, entre el calor que hace en estos momentos y el sueño tan extraño que he tenido tengo la cara chorreando. Decido ir a echarme un poco de agua en la cara, para limpiarme e intentar despejarme un poco. Después de echarme agua salgo de la habitación que, pese a ser muy grande, me resulta muy agobiante. Nada más salir escucho de nuevo el sonido, un sonido que sin quererlo, me pone los pelos de punta. Es Montu, moviéndose por los pasillos, y a juzgar por lo que puedo oír, viene hacia aquí. No tengo claro si me debería esconder, para evitar un encontronazo con él o simplemente hacer como si nada u hacer lo que, en cualquier caso, es inevitable. Decido la opción de esconderme, no lo he pensado mucho, el instinto me ha dicho que en este caso es mejor la cobardía que ser valiente… aunque a veces, ser valiente se puede identificar como ser estúpido. Me escondo tras una de las numerosas columnas que hay en el distribuidor, concretamente en la más cercana a la puerta que da al exterior, no sé porque, pero me siento mejor si, por si lo necesito, tengo una posible salida.
–Hola, Tara –dice Montu- ¿Intentáis esconderos? Pues, entre que vuestro escondite es muy poco original a la par que bastante malo, vuestro olor se capta a unos kilómetros de distancia- Al sacar la cabeza veo que está olisqueando el aire -Algo así como… -vuelve a olfatear- Hierba buena y limón
No sé qué decir. ¿Qué podría decir? Lo único que se me ocurre es mirarle a los ojos. En cuanto poso mi mirada en la suya, siento como si una mano helada me recorriera todo el cuerpo y diminutas agujas de hielo se clavaran en mi cabeza, no puedo soportar mucho aguantarle la mirada a la criatura, por lo que aparto mis ojos de los suyos, no sin antes volver a fijarme en ellos. Espero que sea la luz que hay en esta estancia, porque los dos ojos del dragón han perdido…color; ahora son mucho más oscuros, como de un verde más grisáceo, y parece que las motas doradas que rodeaban su pupila hubieran desaparecido. Parecen mucho menos inexpresivos de lo que recordaba. También parece que me miran con más agresividad, es cómo, si, inexplicablemente, se tratara de otra criatura, ya que, a mi parecer, esos cambios en la mirada de cualquier ser son físicamente imposibles. Sigo sintiendo como su mirada me hiela por dentro, asique levanto de nuevo la mirada e intento no achantarme ante la superioridad que sus ojos reflejan.
Montu parece darse cuenta, como si fuera capaz de leerme el pensamiento, de lo que estoy pensando, en lo que me estoy fijando y que me causa un gran desconcierto, ya que, antes de continuar hablando, gira ligeramente su enorme cabeza, de manera que, un ojo está totalmente oculto y el otro no se distingue apenas por las sombras que ejerce el resto de su cabeza sobre él. No tengo claro si esto me asusta más que entes, ahora hay algo que lo hace parecer realmente siniestro. Resulta obvio que no ha hecho este gesto porque así se sienta más agusto, ahora me ve mucho peor, si no para que deje de pensar en lo que ocupa mi mente, quiere apartar de mi cabeza lo que puedo llegar a plantearme mirando sus enormes ojos.
–Que yo sepa –continúa hablando Montu –No os he dejado salir de este ala del castillo. De hecho si os vuelvo a ver saliendo de esta, subiendo y bajando escaleras o, incluso, saliendo al exterior… no me quedará más remedio que encerraros, Tara. Y, claramente, no será en esos preciosos y amplios aposentos que habéis hecho vuestros, sino, en las mazmorras–Dijo antes de perderse en las sombras del siniestro castillo.
Me quedé de pie, recapacitado todo lo que me ha dicho y todo lo que ello implica:
>>Montu sabe que había estado vagando por el castillo, pero, ¿hasta qué punto sabe el dragón? Eso me lleva al siguiente punto:
>>No tengo claro si era por intentar asustarme o intimidarme o más bien tiene un doble sentido, pero la criatura hizo bastante de hincapié en la palabra“mazmorras”
Decido hacer caso al dragón y volver a “mis aposentos” para dejar de causar problemas. Allí comienzo a pensar de nuevo en la charla con la bestia. Todo parece cuadrar bien, pero, a la vez… no tiene la más mínima lógica. Por lo que me ha hecho entender, sabe que yo he estado andando por su viejo castillo y, por lo que he juzgado, también sabe que he estado en las mazmorras. Hasta ahí, todo bien, me dan escalofríos de solo pensar que él sabía en todo momento donde me encontraba, pero todo bien. Lo raro llega cuando él no hace nada al respecto cuando bajó a las mazmorras, simplemente desapareció, pero podría haber cerrado la puerta de la celda para dejarme encerrada, o, también, ya que me encontraba allí abajo, meterme en otra de las celdas, o cualquier otra cosa, pero, ¿dejarme estar? No tiene ninguna lógica.
Y mucha menos lógica y más intriga da es esa especie de cambios de conciencia en el dragón. No hay otro modo de llamar al radical cambio que experimenta su mirada. Es como si tuviera dos almas, dos almas que se reparten el control de un mismo cuerpo. Una de estas parece ser más agradable, pero sin dejar de causar un terrible respeto y miedo. La otra, por el contrario, es… siniestra y oscura se mire por donde se mire. Cada vez encuentro más misterios en mi estancia en este castillo del Bosque Oscuro… tantas preguntas, y, todas ellas sin respuesta. Pues bien, no me voy a quedar sentada esperando a, que mágicamente, se respondan solas, pese a lo que ha dicho el dragón, voy a volver a las mazmorras y allí, resolver el primer misterio: ¿por qué estoy aquí?
Abro el portón de la habitación y asomo la cabeza ligeramente. Sé que Montu se ha ido y que probablemente no esté, pero por asegurarme no pasará nada.
No hay absolutamente nadie, reina un silencio sepulcral. Abro mas el portón, haciendo que las viejas bisagras chirríen. Me paro en seco, mejor no la abro más. Salgo pegándome al marco de la puerta y después de unos segundos ya estoy en el distribuidor. Lo más quedamente que puedo me dirijo a donde deberían estar la escaleras que dan a las mazmorras, y digo deberían, porque cuando antes fui, no estaban donde deberían haberlo estado. Después de un rato llego al pasillo donde están. Y allí están... más o menos... no recuerdo que estuvieran a la derecha de la columna central. Que yo recuerde, era una pared, con una columna en el centro y el hueco de las escaleras a la izquierda, a la derecha de este solo continuaba el muro. Ahora, a la derecha de la columna estás el hueco y a la izquierda no hay más que pared.
Todavía extrañada me dirijo a la derecha, para bajar por la escaleras. Todo parece completamente normal, todo parece como cada vez que bajé las escaleras... tal vez solo me había dado la sensación del error de la situación de las escaleras.

Sigo bajando las interminables escaleras hasta que llego al conjunto de corredores y celdas que componen las mazmorras. Camino por los corredores, sin prisa, no tengo por que tener prisa, por lo que sé, Montu puede saber que no estoy en la habitación y también puede saber perfectamente que estoy de nuevo en las mazmorras, el lugar al que hace solo un rato e ha prohibido ir.
Mientras pienso en todo esto, sigo cruzando los corredores, escuchando solo el sonido de mis pisadas y las gotas cayendo sobre el suelo mohoso de este lugar. Cuando por fin termino de cruzar los pasillos, veo al fondo la gran puerta que es la celda del caballero, Marmaduke. Me acerco, siento como se me acelera el corazón, unos nervios a los que no les veo la lógica por ninguna parte. Sigo caminando, hasta que, un escalofrío me hace parar y darme cuenta de todos los fallos que tiene esto. Todo parece normal, igual que las dos veces que he estado aquí, pero como he dicho parece. No hay más que fijarse con un poco más de detalle en todo lo que me rodea, para que uno se de cuenta de que no estoy en el sitio al que quería ir. Sí, estoy en unas mazmorras, de eso no hay duda posible, pero ahí se acaba el parecido; las celdas de los corredores son diferentes, mucho más pequeñas y hay menos en cada corredor de las que hay en las "otras mazmorras". Solo hay dos antorchas por pasillo, deberían ser seis. Estos túneles están, si cabe, menos cuidados, el olor a humedad es palpable, en las piedras de los muros crece moho, cuando en los que yo conocía no había ni amagos de que este comenzara a crecer en la piedra.
Esto me da muy mala espina, pero no es el momento para volver por donde he venido. Me da la sensación de que tengo que continuar, llegar hasta la celda en la que yo creía que iba a encontrar a un iniciado de caballero de la Orden. Sigo caminando, con más urgencia que antes, pero no dejo que los nervios me hagan perder el semblante. Encuentre lo que encuentre tras esa puerta no puedo dejarme llevar por las emociones, es demasiado arriesgado. Es algo que he aprendido, no me puedo dejar llevar por todo lo que me pasa por la cabeza.

Cuando llego a la puerta me doy cuenta de otra cosa que es diferente, las rejas que hay en la puerta están demasiado altas para que pueda mirar por ellas. Me pongo de puntillas, pero sigo sin poder ver, no me queda otra que agarrarme a los barrotes de la rejilla y contar con tener suficiente fuerza para levantarme lo suficiente como para poder ver por ellos. Me agarro, y haciendo acopio de todas mis fuerzas me levanto poco a poco, no paro de temblar, pero he conseguido elevarme lo suficiente y puedo ver un poco el interior de la celda. A primeras no se veía absolutamente nada, tampoco estaba aquel olor nauseabundo de la celda de Marmaduke. Cuando pienso que no voy a poder más veo como algo de mueve en las sombras, una figura humana. No puedo más, bajo, desentumezco un poco los brazos y me agarro a los barrotes para elevarme de nuevo. Vuelvo a ver la sombra, solo que ahora más cerca.
-¿Hola? ¿quién sois?-pregunto con algo de desconfianza y con un temblor en la voz, aunque eso puede ser del esfuerzo. No escucho nada.

-Hola, soy Tanawe, hija de Ailén y Cathal, heredera del trono de Enris, ¿quién sois vos?

-Tara Kendrick, princesa de Epos. Tanawe, ¿por qué estáis aquí exactamente?

<<Capítulo anterior Capítulo siguiente>>

2 comentarios:

  1. Holaaa Elena Soy la escritora de ¨Paseo por la eternidad¨y ¨Asi lo ve Effie¨ me ha gustado mucho el capítulo, llevaba ya tiempo esperandolo y me ha encantado leerle!!
    ¡un beso! <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola! :) me alegro de que te guste, el próximo estará en una semana o dos :) un beaszo! ^^

      Eliminar